Lo primero que les platicaré es algo que podría decir que me dejó con la boca abierta, pero la verdad, en este México ya pocas cosas me sorprenden. Resulta que un amigo, a quien en su trabajo le piden la Maestría, realizó algunos trámites para cursar ésta en reconocida institución dedicaba a “fortalecer” y “acercar” a la gente a las bellas artes de este país. Su sorpresa fue que no calificó para ser candidato a ese grado académico. Ustedes han de pensar que el pobre era un papanatas bueno para nada, inculto y atarantado, pero NO. La respuesta que le dio la institución fue: 1) Tenía un currículum muy amplio y necesitaban gente sin tanta experiencia laboral; 2) Parecía ser muy crítico y para ellos esos seres críticos sólo sirven para cuestionarlos y quitarles el tiempo.
Aquí nos enfrentamos a dos cosas:
- * Tal parece que tener una maestría ya es indispensable (como si ello fuera sinónimo de más capacidad intelectual y mejor preparación ante las oportunidades que este país no ofrece).
- * A la gente crítica no se le puede tener cerca porque, sin lugar a duda, cuestionará todo y podrá mover el sistema que parece seguir patrones determinados, con moldes establecidos, para tener un rendimiento más o menos aceptable.
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